El objeto final de la canonización, no son los Siervos de Dios, sino los fieles. Son ellos los destinatarios y beneficiarios de la misma.
Los santos no tienen necesidad de ser declarados tales. Son los fieles los que tienen necesidad de que la Iglesia siga proponiendo continuamente nuevos modelos de santidad, capaces de ayudarles a interpretar en cualquier condición de vida el mensaje evangélico.
Don Luis de Trelles dejó fama, entre sus allegados, de hombre inteligente, serio, trabajador, responsable, abnegado y desinteresado. Pero todo ello sigue siendo normal. En efecto, Trelles fue un cristiano especial porque amó a Jesús Sacramentado de una forma tan entusiasta y enérgica, tan suya y peculiar, que aunque sólo fuera por eso, merecería público reconocimiento.
La vida de Trelles es un modelo de vida vivida laicalmente para la acción, alimentada en la contemplación eucarística latréutica. Si es cierto que su amor a Jesucristo Sacramentado le indujo a dedicarle heroicamente una buena parte de su vida. Si es cierto que su fe le inspiró un modelo, operativamente vivo hoy día, de práctica personal del culto eucarístico.
Y el entusiasmo con que atrae su figura, nos lleva a convicción de que don Luis de Trelles Noguerol es un santo.